lunes, agosto 29, 2005

Salvaje vs. Salvaje


Su vestido es su piel; sus armas son sus manos, sus pies y un cuchillo; su luz es la oscuridad y la claridad su descanso.

La única mujer que conoció fue su compañera y amiga, que fue asesinada por el hombre civilizado, que para su pensamiento es el hombre salvaje.
Él y la selva son uno solo. Ahora, el mismo hombre que mató a su mujer es quien está matando a la selva con su progreso.

Sus ojos inyectan el miedo en quien lo mira y confianza en quien lo entiende. Es un hombre con una bestia adentro y esa bestia se llama venganza.

lunes, agosto 22, 2005

Paranoia y Pinceles


Era una noche como muchas con pocas nubes. Pero estas eran nubes como muchas aunque había pocas. Gracias a eso, la luz de una luna como pocas era mucha y totalmente libre esa noche y se colaba fuertemente por la ventana de Arnulfo, proyectando las mismas tres barras sobre la almohada de su cama. Una cama que no era del todo suya, pues no era el primero que dormía ahí y tampoco era el último. Pero esa noche y muchas anteriores había sido su cama.

Todas las noches Arnulfo se encontraba consigo mismo realizando en una que otra maroma antes de acostarse: revisaba cada parte de su habitación para cerciorarse de que todo estuviera en orden antes de dormir: revisaba que su puerta estuviese bien cerrada; que su cama estuviese bien tendida; que sus brazos de metal estuviesen brillantes; que la boina que le había dado su ex - compañero de guerra estuviese en su cabeza; que el hombre que todas las noches le robaba sus sueños geniales no estuviese ahí, flotando en la ventana del quinto piso esperando a que Arnulfo se rindiera ante el cansancio; que sus pinceles mágicos que hacían que las cosas que él creaba se volviesen reales estuviesen totalmente limpios, sin una sola gota de tinta que pudiese escurrirse y causar algún estrago artístico.

Pero esta no era una noche como muchas noches. El ladrón de pensamientos no estaba, pues un temblor de tierra lo había espantado; ese mismo movimiento sísmico había destendido la cama y ahora eran cuatro barras que se proyectaban sobre la almohada; el temblor también había hecho que la boina probara el polvo de ese cuarto. La puerta chirriaba escandalosamente evaporando la sensación de estar seguramente cerrada y los pinceles… los pinceles.
“¿DÓNDE ESTÁN MIS PINCELES? ¿DÓNDE ESTÁN MIS PINCELES? ¿DÓNDE ESTÁN MIS PINCELES? ¿DÓNDE ESTÁN MIS PINCELES? ¿DÓNDE ESTÁN MIS PINCELES? ¿DÓNDE ESTÁN MIS PINCELES?”

Gritaba con fuerza Arnulfo y con sus brazos metálicos empezó a darle vueltas a cuanto mueble se atravesaba y a rasgar las paredes acolchonadas de su cuarto. Daba tumbos, su cara se enrojecía hasta llegar a un tono de furia y continuaba gritando:

“¿DÓNDE ESTÁN MIS PINCELES? ¿DÓNDE ESTÁN MIS PINCELES? ¿DÓNDE ESTÁN MIS PINCELES? ¿DÓNDE ESTÁN MIS PINCELES? ¿DÓNDE ESTÁN MIS PINCELES? ¿DÓNDE ESTÁN MIS PINCELES?”

Siempre gritaba sólo seis veces. Eran seis pinceles.

Su cara se tornó húmeda en un río de sudor y lágrimas. De pronto empieza un monólogo: “Sí, tuviste que haber sido tú. ¿No te bastó con llevarte a mi compañero de combate? ¿Acaso no es suficiente una pesada condena de metal macizo en cada una de mis extremidades superiores? ¿Acaso no te son suficientes mis pensamientos y sueños que robas cada noche? ¿Qué pasa? Me das un don y luego me lo robas. Pago todo este caro precio para poder crear un mundo nuevo a cada tanto con esos pinceles que intercambiaste por mis sueños y mi tranquilidad. ¡No es fácil pintar con brazos tan pesados!"

Los pinceles descansaban todas las noches en el lavamanos y la acción de este demonio dador de dones y devorador de ilusiones hizo que estos cayeran todos en el retrete y escaparan por la tubería hacia un desagüe hasta las manos de dos niños indigentes distraídos y juguetones.

“¿DÓNDE ESTÁN MIS PINCELES? ¿DÓNDE ESTÁN MIS PINCELES? ¿DÓNDE ESTÁN MIS PINCELES? ¿DÓNDE ESTÁN MIS PINCELES? ¿DÓNDE ESTÁN MIS PINCELES? ¿DÓNDE ESTÁN MIS PINCELES?”

Los gritos se hacían más fuertes y los reclamos al demonio de su consciencia eran más intensos. Las lágrimas estaban por agotarse y el sudor era tan ácido que el pecho y la espalda empezaban a arder. Agotado de tanto gritar Arnulfo decide dejar de respirar. Su delirio lo mató y la casualidad de un enfermero en turno da la noticia:

“el loco de la seis está muerto, el loco de la seis está muerto, el loco de la seis está muerto, el loco de la seis está muerto, el loco de la seis está muerto, el loco de la seis está muerto”

Sí, también repite seis veces, a manera de homenaje y con mejillas húmedas. Arnulfo era su amigo y le había pintado más de una realidad con sus dibujos extraños e imposibles de interpretar. Arnulfo era mensajero de emociones y su demonio, que era su Dios al mismo tiempo, era la creación de una mente perturbada por una esquizofrenia controlada hasta la pérdida de los pinceles. A la larga resultaron ser mágicos.

lunes, agosto 15, 2005

Amigo leído

Todas las noches, desde hace dos años, Héctor dejaba plasmados sus días en el exilio de la introspección en algún lugar retirado de su agitado pasado en unos cuantos pedazos de papel que había traído de la civilización de la que había escapado. Ya eran casi diez años de una vida ermitaña. Sólo se acompañaba de sus escritos y las ocurrencias de una enfermedad mental que se avecinaba producto de su abuso de algunas sustancias y de la falta de contacto con la realidad efectiva. Le acompañaban un pantalón, una camisa blanca, sus anteojos que ya casi no servían porque su miopía era muy avanzada, unos cuantos libros de novela y filosofía y un lápiz que agonizaba por el uso frecuente. Héctor había escapado a los veinte años de casa y su rastro se había perdido. Ahora, en sus tempranos treinta, cuando el cuerpo está más que acostumbrado a la soledad, extraña el contacto humano de sus primeros amores, sus padres y el abrazo de sus amigos. Pero aún así, sabía que su decisión era la de estar solo y su orgullo no se la dejaría cambiar. Por eso, para apaciguar su soledad silenciosa, le escribe unas cuantas palabras a ese amigo que ha estado con él desde hace dos años, cuando el silencio y la soledad se empezaron a hacer más fuertes: esos pedazos de papel que alcanzó a recoger de su escritorio antes de su afanada y desesperada huida. Pero no le escribe a sus propias letras sólo para apaciguar las ocasionales tristezas sino porque su cuerpo le ha avisado que el exilio no ha sido muy amable con los pulmones y el corazón. Una queja prende la alarma y Héctor por fin decidió en qué usar sus últimas fuerzas: en dedicarle una despedida a su único amigo:

Querido amigo:

Sí, eres mi amigo. Aunque a veces eres el receptáculo de mis peores vituperios frente a la vida, frente a los que me sacan la piedra y frente a las cosas del mundo que me golpean, eres mi amigo. El amigo perfecto, pues coincides con mis juicios, mis equivocaciones y mis rabietas, como también con mis alegrías y, como un superyó, portas mi látigo y lo sacas al aire cada vez que quiero castigarme, así como ese espejo que cargas en el bolsillo que me hace ver bello en momentos de gloria. Por eso también eres mi compañero. Me regalas tu silencio y tu vacuidad para llenarlos de espacios con todos los matices y todas las canciones que nadie oye y que pocos leen. Conoces mis secretos profundos y duermo tranquilo porque no tienes ganas de revelarlos.

Alabas mis escritos inmaduros y mis elogios banales a las cosas que otros ven distintas. Entiendes que una página alegre puede llegar a valer más que cuarenta cuartillas llenas de rabia. Eres permanente y constante, aguantas mis ausencias y soportas mis sobrecargadas visitas. Eres el mejor psicólogo, pues en la repetición de las frases me das a entender lo que está mal, lo que está bien y hasta lo que no puedo conocer en mi cabeza.

Me conoces desde hace casi dos años. Pero me describes como si me conocieras de toda la vida. Eres el vivo reflejo de lo que nunca he querido, de lo que siempre he soñado y, al mismo tiempo, de lo que no conozco de mí. Me conoces mejor que yo. No eres mi “alter ego”, pero sí mi interioridad hecha letras vacías y letras llenas.

martes, agosto 09, 2005

Detective


Un hombre de ropas finas y oscuras, con anteojos punzantes y curiosos, recorre inquietamente los ademanes de aquel que está en frente suyo; su pensamiento navega entre líneas por las historias de su interlocutor; sus oídos tratan de captar el color de una emoción y el espesor de una palabra.

El interlocutor cambia su respiración y su discurso se acelera emocionadamente: los motivos se convierten en caballos de batalla y disculpas perfectas; los “peros” son las culpas de otros sembradas en la cara de ese personaje que está siendo investigado. Un silencio incómodo dispara vituperios y extrañezas en un ambiente que simplemente reclama por una frase que aliviane la carga de un juicio, un prejuicio o un recuerdo que ha sido revelado en una caja de memorias cuyo fin es dejar que la repetición haga su efecto y la resonancia de un afecto sea capaz de poner al detective en el lugar perfecto para decir: “Ajá… es ahí dónde está lo que hemos estado buscando durante estos cuarenta meses de análisis señor Fonseca”

A veces lo psicólogos somos eso, detectives del pasado ¿Qué será de nosotros en un futuro? Es posible que andar navegando entre tantas historias sea capaz de darnos motivos para crear fantasías en las que aquello que resuena en cada uno de nosotros sea al camino para darnos cuenta de que nuestra historia a veces se esconde en la curiosidad de escuchar a otros. ¿Qué detective no encuentra en su investigado algo de él mismo? Este es un homenaje tardío a aquellos pacientes (psiquiátricos) que, en pocas sesiones, me enseñaron tantas cosas de mí. Sin ellos no me hubiese dado cuenta de que primero tenía que meterme en mi cabeza para estar entrenado adecuadamente en el arte de ser un detective de afectos perdidos y un cazarecompensas de la tranquilidad tardía de aquellos que su historia se oyó mil veces sin tener sentido. ¿Quiénes son en realidad “los “locos”?

viernes, agosto 05, 2005

La luz sobre mi camino.


Pocas veces la realidad corresponde con los sueños. Pero muchas veces, la realidad, que a veces nos da tan duro, es reemplazada por la ilusión. Sí, gracias a mi musa inspiradora es que la realidad y la fantasía a veces parecen convivir juntas dejándome claro que el espacio más tranquilo es en su seno.

Afortunadamente mi vida ha sido una vida muy fácil y tranquila. Sin embargo, como todos, he tenido momentos en los que ni siquiera hubiese querido haber nacido y que sentí que pocas eran las soluciones y que las alternativas para estar tranquilo se agotaban.

En muchas de esas ocasiones, aquella voz y aquellas manos que me dan aliento siempre llegaron. Un pequeño regaño, un “Power mi bebé” o simplemente un abrazo hacen que sea posible que el mundo se acerque a aquello que soñamos en las noches: estar felices.
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Los posts dedicados a mi musa me ponen muy nervioso y espero con ansia lo que ella pensará al leerlos. Este escrito se lo regale hace un mes (el día en que celebramos nuestro amor), en el que sentí que mis más dolorosos pasos siempre eran nimiedades acompañadas de efimeros vientos que no se comparaban con su presencia

miércoles, agosto 03, 2005

El cuento más...*


Érase una vez, una persona, que dizque de gran corazón, que intentaba hacer cuentos. Él, - sí, era un hombre - decía, o más bien pensaba, que no era capaz de tal cosa. Un día, simplemente se sentó en frente de su clon (computador, suele ocurrir que alguien no sepa lo que esto signifique) y empezó a contar algunas historias, de pronto se dio cuenta de algo... “definitivamente creo que no sirvo para esto”, se dijo a sí mismo. Y definitivamente no se supo si servía o no para aquello.

Después de unas cuantas horas se le ocurrió escribir una pequeña historia de amor, pero no le pareció una buena idea. Luego decidió hablar de aventuras, pero tampoco le gusto esa idea, además para eso esta Hollywood, ¿o no? En fin, tantas vueltas le dio a este asunto que termino escribiendo un cuento sobre... nunca se supo. Demoró escribiéndolo muchas horas, tenía muchos personajes e historias que ni por tu imaginación y la mía juntas podrían pasar.

Una vez escrita la pequeña obra de arte, decidió darla a conocer a un selecto grupo de amigos y conocidos, todos y cada uno de ellos leyó el cuento sin parar, como quien coge un tarro de galletas hasta que lo termina y queda con ganas de más, el cuento resulto fascinante, y lo sorprendente era que cada persona demoraba muy poco tiempo leyendo aquel cuento con tantos personajes e historias que ni por tu imaginación y la mía juntas podrían pasar.

Con el pasar del tiempo cada persona que la leía se daba cuenta que aquel hombre que decía, o más bien pensaba, que no era capaz de hacer cuentos, era todo un maestro para dejar pensando a quien leyera dicho cuento, pues al terminar de leerlo la gente quedaba mirando hacia el cielo, pensando en quién se sabe qué cosas.

La fama de este fabuloso cuento creció tan rápido, que los críticos más famosos, las personalidades más reconocidas de todas partes dieron la mejor impresión que algún día un cuento hubiese podido recibir. Los comentarios acerca del cuento circulaban de una manera increíble, además era un cuento para todas las edades, todos los humores, todas las razas, todas las profesiones, todas las culturas, todos los temperamentos, en fin un cuento para todos los todos y un cuento para todas las todas. Era una verdadera obra de arte.

Una vez alguien muy sabio dentro del ámbito de la literatura universal, se atrevió a definir el cuento y su brillante definición fue: “Este cuento es el cuento más largo escrito con muy pocas palabras”.

Al escuchar dicha definición del cuento, éste se escribió en uno de los lugares mas visibles de la ciudad en donde nació nuestro escritor estrella, y cada persona de cualquier edad, de cualquier humor, de cualquier profesión, de cualquier cultura, de cualquier temperamento, en fin, de cualquier cualquiera de todos los cualquiera, se detenía el poco tiempo que el cuento exigía para su lectura y decía en vos alta: “Érase una vez un niño y su mejor amigo, sentados a la orilla de un rió preguntándose el porqué de las cosas. Fin”
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*Este fue el primer cuento que escribí. Espero les guste.