jueves, septiembre 29, 2016

Roby el Rojo. El Girasol Valiente


Mi nombre es Roby, soy un raro girasol rojo, de mi especie somos pocos. Crecí en una matera que con mucho amor y cariño construyeron mis cuidadores humanos en el balcón de su hogar. Tengo una vista maravillosa desde aquí, me visitan muchos pájaros e insectos de todos los colores y formas. Pocos de ellos me hacen daño. Mis cuidadores, que me llaman Rojo, me traen agua cada que la necesito, en realidad es bastante importante para mí. ¡No sé cómo hacen para saber cuándo tengo sed, siempre llegan a tiempo!. A veces me molesto con ellos porque se demoran un poco en traerme el agua, aún así, es muy de vez en cuando. ¡No sé qué haría sin ellos!. 

Bueno, eso pensaba antes de una fuerte experiencia que experimenté hace unas semanas en mi balcón. En la ciudad donde vivo llueve eventualmente, aunque nunca como ese miércoles. ¡Vaya, qué aguacero! Recuerdo haber despertado ese día y abierto mis pétalos para recibir el sol con mucha tranquilidad... bueno, en realidad, un poco inseguro, un rasgo que me habita con frecuencia. Aún así, nunca imaginé a lo que me enfrentaría ese miércoles de abril. 

Todo inició con unas cuantas gotas cayendo sobre mi y a mi alrededor. Nada extraño, un poco de agua extra, además de la que traen mis cuidadores, está bien. Pensé. Poco a poco, a medida que el cielo se tornaba más oscuro y la temperatura empezaba a disminuir, las gotas empezaron a hacer más gruesas y fuertes. Por alguna razón empezaron a caer con más velocidad de lo usual y era muy molesto recibirlas sobre mi. En ese momento me dije a mí mismo: "vamos Roby, tu puedes aguantarlo. El agua y el frío no son mayor cosa". 

Totalmente decidido a aguantarlo me empecé a sentir más seguro. Justo en ese instante, el viento empezó a soplar con mucha fuerza. ¡Nunca lo había visto así! El viento suele ser tranquilo y calmado, a veces trae polen de otros lugares y casi siempre me refresca. Pero ese día algo pasaba con él, estaba incansable y alborotado y soplaba tan fuerte como nunca lo había percibido. Empecé a sentir cómo mis hojas y mis pétalos se iban para atrás. Volví a armarme de valor y me repetí: "Vamos Roby, tu puedes con esto... tu eres fuerte, no eres débil, no permitas que tus cuidadores te vean débil". 

Siendo así, haciendo honor a mis voces interiores, me puse rígido y fuerte. Enderecé mi tallo, puse mis pétalos y hojas lo más firmes posibles. El viento era muy fuerte y yo notaba como entre más rígida más postura, entre más luchaba, más dolor empecé a experimentar en mi tallo y hojas. El agua me golpeaba más fuerte y el viento lo sentía más inclemente. 

En la ventana, estaban mis cuidadores, me miraban con asombro y algo de preocupación. Pensé "¡Estoy salvado, mis cuidadores ya me vieron!". Me seguían mirando, aunque con cara de preocupación, no salían al rescate. ¿Será que confiaban en mi fuerza? ¿Significaba que estaba yo sólo contra las circunstancias? Seguía manteniendo mi fuerza cuando mi tallo sonó. Me estaba agrietando un poco, nada grave y, aún así, preocupante. Lo mismo empezó a suceder con mis ramas y hojas. 

Noté que esta estrategia no me era útil. Así que elegí soltarme. Dejé a mi delgado tallo que se doblara, y me permití ser llevado por el viento. Descubrí cuán flexible soy y empecé, gracias a mi fragilidad a doblarme, de tal forma que ya no hacía mucha resistencia al viento y las gotas fugaces pasaban simplemente mojándome y acariciándome. Dejé que el viento me guiara y, a pesar de que me sentía altamente vulnerable, mágicamente logré resistir sin problemas. 

Al acabar la tempestad, el viento me confesó la razón de su furia y lo entendí. Me dio las gracias por dejarlo seguir derecho y no resistirme contra él y también me confesó que estaba asustado de hacerme daño y que se dio cuenta que soy un ser muy poderoso. ¡¿Yo, poderoso?!. Bueno, me sentí halagado cuando el viento, uno de los seres más poderosos que conozco, me lo dijo. ¿Será que le creo?  

¿Qué te puedo decir? Fue una experiencia límite. Y hoy continúo en este balcón viviendo, danzando con el viento y el agua y sus diferentes ritmos. 

- - - - - - - - - - - 

Dedico esta historia a mi Esposita Diana. Hermosa, frágil y poderosa al mismo tiempo. Te Amo.