domingo, diciembre 31, 2006

Conciencia Penetrada (Asesino de fin de año: segunda parte)

11:55. 31 de diciembre de 2006. Hace exactamente un año su mano titubeó antes de hacer el último trabajo de su anterior actividad: la de asesino. Aún, en las noches, cuando cierra los ojos recuerda a la niña tratando de despertar a su padre mientras él simplemente se desvanecía entre las sombras. Hoy ya no se encuentra camuflado para pasar desapercibido, su cabello ha crecido y sus ojos ya se ven; incluso le ha dado cabida a la vanidad. Aún le queda difícil sonreír, pero su mundo ya no es un enigma total: al menos provoca uno que otro comentario de los vecinos.

11:56. Su arma ya no es más que hierro fundido, su larga gabardina ahora es el abrigo de algún personaje de la calle que le estará regalando historias a las sombras en las que este ex – asesino solía habitar. Ya sus pensamientos aparecen, el silencio de su mente que lo acompañaba en lo momentos de disparar ya no es más que un hábito dejado atrás.

11:57. La soledad sigue siendo su compañera, pero ahora es una soledad esperando compañía, una soledad reflexiva. Su mesa, ahora más completa y llena de comida, ya no tiene bebidas alcohólicas y parece esperar compañía.

11:58. Su nueva conciencia penetrada ahora se sumerge en los “¿Por qué?” de lo que ha pasado, en los “¿cuándo?” de los planes futuros y los recuerdos cicatrizados, en los “¿Cómo?” de los nuevos proyectos y en los “¿Para qué?” de un año que se está acabando y de otro que está por comenzar.

11: 59. Un minuto de silencio por todos aquellos que hoy descansan en paz por culpa de la mano asesina que hace un año renunció a cobrar las cuentas de otros y renovó su facultad de valorar, de reconocer lo humano en los otros y de sentir lo que la vida y la gente ofrecen.

12:00 El reloj despertador le avisa al solitario reflexivo que se cumple exactamente un año en que tuvo que salir llorando a escondidas de la escena del crimen. Una lágrima de tranquilidad ahora arrulla su mejilla.

CINCO MINUTOS ANTES DE ACABAR EL AÑO, ES UN BUEN TIEMPO PARA REGALARLE UNA IMAGEN RELÁMPAGO A TU CABEZA Y DARSE UNA LÁGRIMA DE TRANQUILIDAD.
FELIZ 2007.

domingo, diciembre 03, 2006

Ángel Caído


El dolor de cabeza es insoportable. La luz falta. El ruido es tormentoso: muchos automóviles, muchas personas, muchas cosas sin sentido, muchas luces artificiales. Toda la vida celestial de Philoel fue llevada a la perfección, sus acciones de guardia y cuidado de los humanos a su cargo fueron siempre excepcionales. Amores recuperados, batallas ganadas, almas renacidas y muchas más cosas hacían parte del curriculum vitae de este ángel que siempre dedicó su inmaculada voluntad el mejoramiento del estar de los humanos en eso que ellos mismos llaman mundo cruel.

La inclemencia de las fuerzas poderosas que gobernaban sus acciones, nunca le perdonaron el haber pasado por alto una sola cosa: no podía caer ante las tentaciones de los humanos. Hermosas comidas que no sabían a nada, olores impresionantes que nunca fueron sentidos, el tacto de las texturas de la naturaleza que él mismo defiende. Hundido en la paradoja de cuidar lo que no puede disfrutar, su curiosidad se juntó con su incapacidad para aceptar esa situación que lo ponía como el que alza el telón pero no disfruta nunca de la tensión.

Alguien le dijo que existen muchos modos de sentir todo eso que ha defendido a través de la eternidad; un modo de volverse finito, extinguible con un cuerpo caduco pero educable. Todas las noches se preguntaba si tenía o no la necesidad de satisfacer esa curiosidad o simplemente si su imaginación hiciera las veces de sus sentidos y seguir respondiendo con la frase: “imagino que debe ser algo como…” cuando los ángeles novatos le preguntan: “Philoel ¿a qué huelen las rosas?... ¿cómo se siente el pelo de la crin de los hermosos corceles de las praderas?

Philoel también se educó para ser ángel guardián teniendo que imaginar los olores, los sabores y las texturas. Sólo conoce lo que sus maestros repetían de los intentos humanos por describir un olor o un sabor.

Poco a poco el desespero de Philoel si volvió intolerable, incongruente con su condición de ser eterno y decidió la caída… Se asesoró de aquellos que lo tentaron a ser humano y siguió todos los pasos. Luego de un largo y duro proceso en el que conoció el dolor físico a través del tacto, conoció la luz deslumbrando sus ojos, conoció ardor del sol sobre su piel, conoció el cansancio de los músculos, los estornudos provocados por el polvo en una nariz inexperta. Conoció la condición humana.

Philoel, ahora Daniel estaba feliz de encontrarse con lo olores, los sabores, las sensaciones táctiles, el sentir el piso por el que se camina. Sus alas se han venido cayendo y su cara ha tomado el color de la piel humana. Sus vestidos siempre blanco-grises llaman la atención sin robar malos comentarios. Es como haber nacido consciente de que se puede aprender y aprender y aprender.

Sin embargo, hubo una noticia que no le dieron a Daniel: el hambre aparece y se hizo necesario empezar a mendigar para poder comer sin saciarse. Los virus, las enfermedades lo cogieron como a un bebé y pudo saborear la convalecencia. También pudo saborear la soledad y la falta de omnipotencia… conoció de frente el sentimiento y la rabia del querer hacer algo y no poder lograrlo por las limitaciones de su nueva humanidad.

Ahora se pregunta “¿Qué será más valioso, una vida sin las hermosas sensaciones o el padecer al mismo tiempo que se siente el goce? ¡Interesante condición humana que soporta la tristeza cotidiana, la hace suya y normal y, de vez en cuando, se detiene a saborear lo que los sentidos le traen”

Philoel decidió ser humano y, al convertirse en Daniel extrañó su condición angelical, pero su nueva mortalidad lo convirtió en un libro abierto que hoy por hoy, va cambiando el poder volar de un lugar a otro en un parpadear de ojos por la posibilidad de sentir el aire en su cara por la ventana del autobús.

A pesar de ser un libro abierto con todas las páginas en blanco y de disfrutar de su nueva sensibilidad, no venía equipado para manejar la condición humana y se rindió ante el desamor y la indignación. Antes simplemente ayudaba a los humanos a mejorar, ahora tiene que soportarlos y eso fue algo que nunca supo hacer. Su verdadero descenso acaba de empezar, al conocer otros placeres que no van de lo angelical a lo humano sino que lo devuelven hacia los cielos; las drogas alucinógenas lo mantuvieron en el limbo entre su angelicidad y su humanidad… sus intentos fallidos de regresar lo llevaron a una sobredosis de sensaciones.

Su alma voló, su memoria se borró y ahora es Emnel el nuevo novato y su primera clase es: “imaginen el olor de una rosa como el de…”

domingo, mayo 14, 2006

En Blanco y Negro


En blanco y negro estoy triste o feliz, me son negadas la felicidad acomodada y la nostalgia moderada.
En blanco y negro estoy de acuerdo o en desacuerdo; me es negada la perspectiva inteligente que se alimenta de los argumentos.
En blanco y negro amo u odio; me es negada la posibilidad de amar por odiar o de odiar porque amo y la cómoda alternativa del reclamo al sentirme olvidado.
En blanco y negro no hay sombreas, solo oscuridad o luz; me es negada la caricia del amanecer o el asombro del atardecer.
En blanco y negro no tengo ritmos; me es negada la transición entre los pasos, sólo tengo saltos.
En blando y negro duermo o sueño; me es negada la pregunta por las razones de mi oniricidad y esa imagen hapnoidea que me trae grandes ideas.
En blanco y negro los cuellos son largos o cortos; no hay la medida que me excita y que me pone a jugar con la imaginación.

"No todo es blanco o negro, es gris, todo depende del matiz"
- Mägo de Oz –

domingo, abril 09, 2006

La dínamis de la paciencia


Gustavo tenía años esperando, luego de estudiar muchas posibilidades, riesgos y ganancias, el momento en el que la mayor noticia de su vida fuese revelada. En total fueron cinco años y medio; cada día que pasaba alimentaba la ilusión y la alegría proporcionada por la imaginación de ese día. Unos días antes, una carta llega a Gustavo:

“Querido Gustavo: Eso que tenemos planeado para dentro de unos días tendrá que esperar un mes más, he encontrado algo que me ha hecho pensar las cosas…”.

De pronto empezó a hiperventilar, su genio empezó a fluctuar entre la incertidumbre, la rabia y, de pronto, apareció ese extraño sentimiento: la impaciencia. Dentro de sus extraños movimientos reflexivos se preguntaba a sí mismo: “Si he esperado cinco años y medio su regreso y a la realización de nuestros proyectos – se decía para sí mismo tocándose la barbilla y con la mirada en el techo – “¿Por qué entonces ahora me siento impaciente? ¿Será que el tiempo que esperé tenía un fin específico y planeado? ¿Será que su énfasis en el pasado cuando dijo “teníamos” de pronto mata mi ilusión de lo planeado? ¿Será eso que la hizo pensar, lo que aumenta mi incertidumbre? ¿Será entonces que la paciencia no tiene que ver únicamente con la espera? ¿Qué acompaña a la paciencia? ¿Será también que la paciencia o impaciencia están relacionadas con el afecto invertido en la otra persona?

Gustavo, tal vez, se dio cuenta que, de todas formas, la impaciencia es el producto de una desilusión que se forma en el tiempo y no se realiza en el espacio. No logrando llegar a ser más que el la expresión afectiva de la incertidumbre y la hermana gemela de la Angustia.

domingo, marzo 19, 2006

Mujer: Eres...


Eres la condición de posibilidad de mi existencia: de tu feminidad se hizo posible mi ser en el mundo.
Eres el sustento de los sueños románticos y eróticos: de tu feminidad proviene mi amor y mi deseo.
Eres fuerza, escondida en la fragilidad que exige respeto.
Eres discreción e inteligencia con traje de sensualidad.
Eres belleza y tacto, olor y sabor: eres la sensibilidad corpórea y la vivencia espiritual echa cuerpo.
Eres imagen y causa de imagen, eres música y causa de música, eres poesía y causa de poesía: eres musa.
Eres ternura y agresividad en la amalgama perfecta de lo misterioso que seduce.
Eres finalidad.
Eres pregunta y respuesta, y un hilo de argumentación que explican la posibilidad de ser feliz.
Eres mujer.
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Con muchísimo amor, en el mes de la mujer, a mi inspiración más profunda en mi vida: mi preciosa. TE AMO.

martes, febrero 21, 2006

El oxígeno sabe a culpa y a nostalgia


Doce movimientos de inhalación y exhalación por minuto. Ese es el ritmo con el que el sueño se intercala con la vigilia y las voces del afuera se confunden con las del adentro creando un estado en el que sólo el recurso a la memoria le da sentido a una existencia limitada a un tanque de 12 regalos de vida por minuto.

Los recuerdos se acumulan y parecen archivarse en la línea del tiempo; preguntando, contestando preguntas por medio de la introspección, aliviando, escondiendo y, sobre todo, recriminando, insertando el tono del arrepentimiento y pidiendo cuentas a un cuerpo que, en este momento, sólo sirve para pedir perdón y ofrecer disculpas.

El narcisismo de Luis nunca se sentó a preguntarse por las consecuencias de sus actos en su consciencia y en los demás. Y, ahora, que depende de las decisiones de aquellos a los que a dañado con algunas de sus acciones, quienes tienen el poder de dictar la sentencia de su desconexión o del prolongamiento de su existencia a 12 revoluciones por minuto.

Fernanda entra a su cuarto todas las noches y alivia la culpa con recuerdos hermosos de vida juntos, de todas aquellas cosas buenas que se han logrado en estos años que han pasado.

- No te sientas intranquilo, - le dice Fernanda casi como si estuviese despidiéndose - estoy bien y mi recuerdo de ti siempre será un motivo para seguir adelante, así tenga que recordarte 12 veces cada minuto -.

miércoles, febrero 08, 2006

Juegos Rotos

Su amigo más cercano, un balón de fútbol, yace agonizante junto con el camión de juguete que, acostado de medio lado, se pregunta por qué Nicolás, con tan sólo cinco años, los tiene tan olvidados.

Todas las noches Nicolás llegaba a su cuarto directamente a la cama, sin decir palabra. Su llanto se acomodaba debajo de las cobijas como si no quisiese ser escuchado. Los sollozos iban cesando a medida que el sueño aparecía al rescate de la tristeza ante la vigilia.

Un día, la culpa le dio un regalo a Nicolás: un osito de peluche que, todas las noches, se convertiría en el receptáculo de sus más oscuros secretos. Cada noche, Nicolás le decía al oído a su nuevo amigo:

- Hoy fue peor que las veces anteriores, el tiene mucha fuerza y, por más que se lo pida, no se detiene. No lo entiendo, nunca me deja tranquilo y no se da cuenta de que tengo que hacer cosas que duelen y que no me gustan. Mi momento preferido es acá, en la cama contigo, pues espero impaciente que el sueño me venza para poder soñar que soy como los demás niños -.

martes, enero 24, 2006

Domando a la Bestia 2 (El Absurdo Escape de la Desesperación)


Más o menos cuarenta centímetros separaban a Raúl de la pared. Una pared convencional de una casa cualquiera que como muchas es testigo de un momento de desesperación de un ser que parece estar metido en una caja negra, sin salidas, que busca llegar a momentos de luz, pues las tinieblas le hacen sentir como un monstruo al que la falta de luz le ha atacado con fuerza y provocado la adaptación de su cuerpo.

Una vez más, un momento de desesperación atacaba a Raúl y cada vez que cerraba sus ojos, sólo veía oscuridad, puertas cerradas con ventanas pequeñas. Se veía a sí mismo como un ser transformado por la ira incontrolada, con extremidades poco conocibles por la tranquilidad y la cotidianidad de una vida de civismo y decencia. Encerrado en las tinieblas un poco de consciencia quedaba en sus pensamientos y seguía preguntándose por la manera adecuada de salir de las tinieblas ¿Acaso la paciencia? ¿Acaso la espera de un juez que apagara su condena? ¿Acaso respirar profundo y esperar que la sangre baje de la cabeza? ¿Acaso un libro de instrucciones llamado “como entender la desesperación”?

Pasan más minutos y la respiración agitada y los gritos ahogados se convierten en los únicos sonidos existentes. La pared aparece como testigo y como solución. Hay erupción y con una velocidad suficiente la cabeza de Raúl escapa de la desesperación tratando de romper la pared de enfrente, la caja negra se tambalea y las manos de la indignación y la empatía, con algunos ingredientes de culpa, acogen a Raúl y lo dejan sumergido en un largo letargo cuyo único sonido es siempre una pregunta ¿Por qué y cómo es que fui capaz? La injustificada acción pasa de ser un acto de escape a una demostración infantil de tratar de recuperar el control con la única consecuencia de la autocompasión inútil y un escandaloso hilo de sangre bajando por la frente de un hombre que una vez más se asemeja a una bestia, cambiando cada vez más en aquello que desconoce y que la mayoría de las veces odia. Entre la animalidad y el capricho nace una bestia nueva que tiene que ser encerrada para no perturbar el habitad de la tranquilidad.

Y Yanira sólo observa atónita preguntándose sí tiene que pedir perdón o no por lo que acaba de ver.