domingo, diciembre 03, 2006

Ángel Caído


El dolor de cabeza es insoportable. La luz falta. El ruido es tormentoso: muchos automóviles, muchas personas, muchas cosas sin sentido, muchas luces artificiales. Toda la vida celestial de Philoel fue llevada a la perfección, sus acciones de guardia y cuidado de los humanos a su cargo fueron siempre excepcionales. Amores recuperados, batallas ganadas, almas renacidas y muchas más cosas hacían parte del curriculum vitae de este ángel que siempre dedicó su inmaculada voluntad el mejoramiento del estar de los humanos en eso que ellos mismos llaman mundo cruel.

La inclemencia de las fuerzas poderosas que gobernaban sus acciones, nunca le perdonaron el haber pasado por alto una sola cosa: no podía caer ante las tentaciones de los humanos. Hermosas comidas que no sabían a nada, olores impresionantes que nunca fueron sentidos, el tacto de las texturas de la naturaleza que él mismo defiende. Hundido en la paradoja de cuidar lo que no puede disfrutar, su curiosidad se juntó con su incapacidad para aceptar esa situación que lo ponía como el que alza el telón pero no disfruta nunca de la tensión.

Alguien le dijo que existen muchos modos de sentir todo eso que ha defendido a través de la eternidad; un modo de volverse finito, extinguible con un cuerpo caduco pero educable. Todas las noches se preguntaba si tenía o no la necesidad de satisfacer esa curiosidad o simplemente si su imaginación hiciera las veces de sus sentidos y seguir respondiendo con la frase: “imagino que debe ser algo como…” cuando los ángeles novatos le preguntan: “Philoel ¿a qué huelen las rosas?... ¿cómo se siente el pelo de la crin de los hermosos corceles de las praderas?

Philoel también se educó para ser ángel guardián teniendo que imaginar los olores, los sabores y las texturas. Sólo conoce lo que sus maestros repetían de los intentos humanos por describir un olor o un sabor.

Poco a poco el desespero de Philoel si volvió intolerable, incongruente con su condición de ser eterno y decidió la caída… Se asesoró de aquellos que lo tentaron a ser humano y siguió todos los pasos. Luego de un largo y duro proceso en el que conoció el dolor físico a través del tacto, conoció la luz deslumbrando sus ojos, conoció ardor del sol sobre su piel, conoció el cansancio de los músculos, los estornudos provocados por el polvo en una nariz inexperta. Conoció la condición humana.

Philoel, ahora Daniel estaba feliz de encontrarse con lo olores, los sabores, las sensaciones táctiles, el sentir el piso por el que se camina. Sus alas se han venido cayendo y su cara ha tomado el color de la piel humana. Sus vestidos siempre blanco-grises llaman la atención sin robar malos comentarios. Es como haber nacido consciente de que se puede aprender y aprender y aprender.

Sin embargo, hubo una noticia que no le dieron a Daniel: el hambre aparece y se hizo necesario empezar a mendigar para poder comer sin saciarse. Los virus, las enfermedades lo cogieron como a un bebé y pudo saborear la convalecencia. También pudo saborear la soledad y la falta de omnipotencia… conoció de frente el sentimiento y la rabia del querer hacer algo y no poder lograrlo por las limitaciones de su nueva humanidad.

Ahora se pregunta “¿Qué será más valioso, una vida sin las hermosas sensaciones o el padecer al mismo tiempo que se siente el goce? ¡Interesante condición humana que soporta la tristeza cotidiana, la hace suya y normal y, de vez en cuando, se detiene a saborear lo que los sentidos le traen”

Philoel decidió ser humano y, al convertirse en Daniel extrañó su condición angelical, pero su nueva mortalidad lo convirtió en un libro abierto que hoy por hoy, va cambiando el poder volar de un lugar a otro en un parpadear de ojos por la posibilidad de sentir el aire en su cara por la ventana del autobús.

A pesar de ser un libro abierto con todas las páginas en blanco y de disfrutar de su nueva sensibilidad, no venía equipado para manejar la condición humana y se rindió ante el desamor y la indignación. Antes simplemente ayudaba a los humanos a mejorar, ahora tiene que soportarlos y eso fue algo que nunca supo hacer. Su verdadero descenso acaba de empezar, al conocer otros placeres que no van de lo angelical a lo humano sino que lo devuelven hacia los cielos; las drogas alucinógenas lo mantuvieron en el limbo entre su angelicidad y su humanidad… sus intentos fallidos de regresar lo llevaron a una sobredosis de sensaciones.

Su alma voló, su memoria se borró y ahora es Emnel el nuevo novato y su primera clase es: “imaginen el olor de una rosa como el de…”

8 comentarios:

Frank Morris dijo...

Que bueno volver a ver sus dibujos, con un estilo realmente impresionante: El contraste del color y el blanco y negro le dan una fuerza (algo fantasmal) al dibuo

Y una historia sorprendente

Saludos

Dra. Kleine dijo...

Y como un cometita, heme aquí. Prometo de verdad seguir!

Es agradable ver que aquí sigue siendo lindo y con calidad tu blog!

Costennita dijo...

Bienvenido de vuelta!!!

Anónimo dijo...

Welcome back. :) Yo, la verdad, hace poco que retomo mis textos. Espero mejorarlos y cada día poder compartir algo pues. Saludos señor pintoresco. :)

Pili dijo...

Muy interesante, me dio gusto leer ésto, sólo para comprobar mi tesis, de que es mejor no ser humano....

Anónimo dijo...

Qué buen trabajo y qué buena historia. La combinación de la imagen con lo escrito es algo fabuloso. Veo que estés de regreso. Sigue trabajando.
Atentamente,
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vylia dijo...

¿Cuántos más habrá?

Un abrazo.

Paula Andrea Vélez dijo...

Gracias! Sentí familiaridad con el texto algo de mi encontré en el, me encontré en el. Gracias, gracias.