jueves, julio 21, 2005

Tres pasos*


Acababa de llegar a la tierra donde nació. Con el primer paso recordó todo lo que en esta tierra, alejada de la civilización, había vivido. Vio cómo el tiempo era un lugar etéreo donde su vida había habitado, donde ahora habitaba, y donde hasta el final de sus días, de seguro iba a habitar.

Al dar el segundo pasó encontró en su memoria a todas esas personas que había dejado el día que se marchó en busca de un “futuro mejor”: sus amigos de copas, su madre, su hermano, sus enemigos y Angélica, su primer y único amor. Sí, Angélica la única mujer que lo aceptó tal y como era.

A nuestro amigo todas las mujeres de aquel pueblo (sí, era un pueblo) se le acercaban, pero lo que querían era tener algo con su hermano mayor, que era el hombre con la mejor pinta del lugar: tenía ojos color miel, piel morena característica del trópico en que vivía, era alto y fuerte. Pero a éste no le interesaba ninguna mujer del pueblo excepto Angélica, la mujer con el cuerpo más bello del pueblo, los ojos más hermosos del país y la cara más tierna del mundo (que le hacía justicia a su nombre). Además, su cuello era perfecto: estaba en perfecta proporción con su cuerpo y era el mejor mostrador para las más hermosas joyas, esas que sólo su padre, el hombre más rico del pueblo, podía comprar. Y es que este hombre tenía mucho dinero, tanto que se sentía con el derecho de escogerle el “mejor partido” a su hija, por esa razón angélica aún no tenía un novio.

Como se imaginarán, nuestro amigo, al que sólo se le acercaban las mujeres por interés, no daba la talla, pues era de baja estatura, flaco, vestía sencillo, sus ojos no albergaban sino esperanza mas no ambición y mucho menos tenacidad, sus manos apenas podían tocar en una vieja guitarra unas canciones cuyas letras nunca se habían escuchado en el pueblo, pues nuestro amigo, con el nombre más común del mundo era mudo.

Se llamaba Juan, vivía en una modesta casa con su hermano y su madre viuda a causa de la violencia, pues su esposo murió en la guerra que había entre los ricos del pueblo que luchaban por tener hegemonía en la región.

Queriendo que las letras de sus canciones se escucharan, esas letras que su memoria albergaba en el silencio y su guitarra acompañaba, se acercó a Angélica como ningún otro hombre del pueblo lo había hecho, es decir, sin ningún ánimo de cortejarla, simplemente se acercó y le extendió su mano con una nota que decía:

ANGÉLICA:

MI GUITARRA ESTÁ CANSADA DE CANTAR SOLA, PIDE A GRITOS UNA VOZ QUE INTERPRETE LAS CANCIONES QUE POR AÑOS SE HAN MANTENIDO EN EL CLOSET DEL SILENCIO, EN EL CUARTO DE SAN ALEJO DE LA MÚSICA QUE MI BOCA NO PUEDE EMITIR.

Los ojos de Angélica se abrieron, prevenida procuró asegurarse que ésta no fuera una maniobra más para engatuzarla, por eso no le dio respuesta inmediata. Desafortunadamente, la espera y los asedios de todos los pretendientes, lograron que Angélica olvidara la existencia de aquella proposición.

Un día, al salir de su casa angélica encontró la guitarra del mudo del pueblo en la puerta con una nueva nota:

ANGÉLICA:

AUNQUE NO PUEDO CANTAR HE AFINADO MI GUITARRA CON EL SONIDO DE TU VOZ QUE ESTÁ GRABADO EN MI MENTE, EL “MI” DE TUS CANCIONES LE DA A MI BOCA LA ÚNICA EXPRESIÓN DE FELICIDAD QUE YO PUEDO EMITIR: UNA SONRISA. NO PRETENDO ENAMORARTE, PUES SE QUE NECESITARÍAS QUE TODO EL DÍA TE DIJERA CUÁN HERMOSA ERES Y ESE NO SOY YO; NECESITARÍAS UN HOMBRE FUERTE QUE TE AYUDE A CRUZAR LAS CALLES DEL PUEBLO, ATESTADAS DE LOS CABALLOS Y LAS CARROZAS DE LOS COMERCIANTES QUE HAY EN TODOS LADOS, Y ESE NO SOY YO; NECESITARÍAS DE ALGUIEN CON VOZ QUE TE DIGA QUE TE AMA Y ESE NO SOY YO.

Angélica comprendió la desesperación del frustrado cantante, accedió de inmediato a su petición y se convirtió, nada más y nada menos, que en la voz del mudo del pueblo. Pasaron los años y la música los unió como amigos y el silencio como amantes, pues nunca se dijeron nada, ya que las “condiciones” les impedían amarse.

Las letras de las canciones del “cantante mudo” como le llamaban en el pueblo, se hicieron famosas y llegaron a ser conocidas en la capital. El artista partió en busca de la fama a promocionar sus letras y su música, pero partió sin su voz: Angélica, pues su padre no permitía que una hija suya fuera blanco de los chismes de las viejas del pueblo y de las revistas de farándula.

Nuestro amigo tuvo éxito, pero poco a poco sus canciones fueron desplazadas por un grupo de quinceañeros bien habidos que compraron la posibilidad de estar en el mercado.

Así fue como el hombre que había dejado su tierra, a su madre, a sus amigos de copas, a sus enemigos y a su primer y único amor, hoy, al dar el tercer paso, su hermano le recibe con un fuerte abrazo de condolencia y con la noticia de que Angélica, a quien nunca le comunicó su amor, luego de que él partiera, confesó su amor por él mudo del pueblo al celoso padre, y este, con afán de apartarla de todo recuerdo del mudo y del pueblo, la mandó con sus parientes del extranjero. Allá en tierra lejana, Angélica, presa de la depresión, se quitó la vida, pero antes, le dejó una nota:

ME CONTAGIÉ DE TU SILENCIO Y NUNCA TE DIJE CUANTO TE AMABA MI JUAN.

FIN.
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*Este cuento está recuperado del desván de mi memoria, de mis escritos tempranos de adolescencia tardía. Siempre pensé que apenas pudiese lo publicaría y hoy una pequeña promesa se cumple. (Escrito en el 2002)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Mas nos valdría hablar a tiempo, que llorar, callar y desmayar para siempre, no??

Mas vale una palabra mal dicha, que cae al vacío, que el mismo vacío de lo no dicho.

No?

Dinorider d'Andoandor dijo...

hermoso post, creo que todos somos parte de un lienzo que va siendo pintado y retocado, sólo nos queda tratar de que el resultado quede armónico

Unknown dijo...

Están muy bien tus dibujos, hay un fondo de espada y brujería que me encanta, compartido y alguna referencia vampírica. estupendo, eternos temas.